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miércoles, 4 de febrero de 2009

Que la paz gobierne en su vida

Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.
– Colosenses 3:15


¿Ha estado usted orando para que el Señor le muestre si lo que usted quiere hacer está de acuerdo con la voluntad de Dios? Deje que la paz de Cristo le guíe y le ayude a encontrar la solución. Si usted empieza a llevar a cabo lo que tiene pensado hacer, pero no tiene paz al respecto, desista de sus planes.
Sin embargo, recuerde que usted debe ser sensible y poner atención al consejo interno del Espíritu Santo y al desasosiego o la paz que Él ponga en su corazón. No espere que el Señor se le aparezca una mañana, lo tumbe de la cama y le diga lo que tiene que hacer; Él, por lo general, no le hablará así. La manera principal en que le comunicará las cosas es por medio de lo que la Biblia llama el testimonio interno.
Por eso es necesario que usted esté siempre atento. No puede darse el lujo de estar siempre ocupado en las cosas del mundo. Debe apartar tiempo para el Señor y para prestarle atención.
Otro aspecto del cual debe cuidarse es la disputa. Si está irritado y molesto por asuntos de la vida, se le hará muy difícil discernir el consejo y la voz apacible del Espíritu Santo. Por tanto, haga lo que el versículo citado arriba dice al final: sea agradecido. Tenga un corazón agradecido y lleno de gratitud, y se le hará mucho más fácil oír al "árbitro de la paz" cuando Él haga un llamado. Gloria Copeland



SALMO 95
Sal 95:1 ¡Vamos, cantemos con alegría! ¡Alabemos a nuestro Dios! ¡Él nos salva y nos protege!
Sal 95:2 ¡Vayamos a darle gracias! ¡Cantémosle himnos de alabanza!
Sal 95:3 Nuestro Dios es poderoso, ¡es el rey de todos los dioses!
Sal 95:4 Nuestro Dios tiene en sus manos lo más profundo de la tierra; suyas son las montañas más altas.
Sal 95:5 Suyos son el mar y la tierra, pues él mismo los creó.
Sal 95:6 ¡Vamos, adoremos de rodillas a nuestro Dios y creador!
Sal 95:7 Pertenecemos a Dios; nosotros somos su pueblo. Él es nuestro pastor, y nosotros somos su rebaño; ¡estamos bajo su cuidado! Si hoy escuchamos su voz,

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