De donde nos visitan

martes, 25 de noviembre de 2008

Avive el poder

Avive el poder
Kenneth Copeland


"Deseando verte, al acordarme de tus lágrimas... Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti... Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio."

– 2 Timoteo 1:4, 6,7

Habrá veces en la vida cuando usted podrá discernir lo que Dios quiere que haga, pero sentirá que no tiene los recursos en sí mismo para hacerlo, sentirá que se ha secado internamente. Pero usted sabe que la Palabra dice que "de su interior correrán ríos de agua viva" (Juan 7:38). Pero, en esos momentos, usted ni siquiera puede encontrar el riachuelo, mucho menos el río.

La Palabra de Dios nos da una orden clara en cuanto a qué hacer en tal situación; nos dice que debemos avivar el fuego del don de Dios que está en nosotros.

Lo que usted debe hacer es avivarse a sí mismo, y para hacerlo, ya tiene en su interior lo que necesita; Jesús ya lo puso ahí. Todo lo que necesitará en la vida para llevar a cabo lo que Dios le ha llamado a hacer ya ha sido puesto en su interior por el Dios Todopoderoso. La fe, el poder y el amor ya están ahí. Créalo, declárelo, dígalo.

Confiese esas cosas ahora mismo en voz alta: "En el nombre de Jesús, avivo el don que está en mí por la fe. No voy a esperar hasta sentirme avivado, sino que lo avivo por la fe. Estoy dando un paso de fe y sé que después los sentidos me seguirán. Avivo también el amor y el poder de Dios que están en mí. Me estoy avivando y estoy echando al diablo de mis asuntos.

Me estoy avivando en el Espíritu del Dios viviente. ¡ESTOY avivado!"

2 Timoteo 1
Segunda Carta aTimoteo


1 Pablo, apóstol de *Cristo Jesús por la voluntad de Dios, según la promesa de vida que tenemos en Cristo Jesús,

2 a mí querido hijo Timoteo:
Que Dios el Padre y Cristo Jesús nuestro Señor te concedan gracia, misericordia y paz.
Exhortación a la fidelidad


3 Al recordarte de día y de noche en mis oraciones, siempre doy gracias a Dios, a quien sirvo con una conciencia limpia como lo hicieron mis antepasados.

4 Y al acordarme de tus lágrimas, anhelo verte para llenarme de alegría.

5 Traigo a la memoria tu fe sincera, la cual animó primero a tu abuela Loida y a tu madre Eunice, y ahora te anima a ti. De eso estoy convencido.

6 Por eso te recomiendo que avives la llama del don de Dios que recibiste cuando te impuse las manos

7 Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio.

8 Así que no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni tampoco de mí, que por su causa soy prisionero. Al contrario, tú también, con el poder de Dios, debes soportar sufrimientos por el *evangelio.
BENDICIONES

2 comentarios:

  1. Gracias por expandir la palabra!, que bonito se ve el blog :)

    ResponderEliminar
  2. te.. avientas.. conganas.. papa... te amo..

    kike

    ResponderEliminar