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martes, 12 de mayo de 2009

SACA PRIMERO LA VIGA

1No juzguéis, para que no seáis juzgados. 2Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. 3¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? 4¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? 5¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.

                                                                                                                        
Mateo 7; 1-5

Millones de personas piensas que cristianos se pueden salvar obedeciendo el famoso “Sermón del Monte”. Piensan que es más fácil vivirlo que tratar de obedecer los Diez mandamientos. ¡Qué insensatez! Nadie jamás se salvó por obedecer ninguna ley. Debemos saber que el mismo “Sermón del Monte” es mucho más estricto que la ley de Moisés. Bajo la ley Mosaica, si un hombre mataba a otro era culpable, pero Jesús dijo que el “odio” en el corazón era el equivalente moral del homicidio. El glorioso “Sermón del Monte” describe el carácter de la persona verdaderamente recta y justa, carácter que viene al andar en completa armonía con el Señor. El carácter viene antes que la conducta, debido a que lo que somos determina lo que hacemos. Dios mira con todo lujo de detalles el corazón del hombre porque allí es donde se decide el destino de nuestra vida.


La primera parte del capitulo 7 completa la segunda sección del “Sermón del Monte”, o lo que es lo mismo, la verdadera justicia practicada por el creyente. Trata del asunto que tiene que ver con la conducta del cristiano en relación con otras personas. Quizás si pudiéramos determinar cual es el versículo clave sería: el v. 12 “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.” Esta es sin lugar a dudas la regla de oro que gobierna la relación del creyente con otras personas. Esta regla es estrictamente cristiana y llena de positivismo, es muy simple a la hora de definirla: ¡No le hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti! La primera sección de este Sermón esta relacionada entre si, y ponerla en practica en nuestra vidas, podría ahorrarnos muchísimos dolores de cabeza. Cristo no dice que “evitemos” a toda costa evaluar a las personas, lo que Jesús esta condenando es el juicio riguroso y la crítica injusta de los motivos de otros. Notemos como hace uso del “ojo” como la perspectiva espiritual de la persona, que motiva la vida de uno. Cada creyente tiene la obligación de probar a otros por sus frutos, Mateo 7:15-20 “15Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. 16Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? 17Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. 18No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. 19Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. 20Así que, por sus frutos los conoceréis.” Jesús mismo nos otorga el permiso de probar los espíritus, pero lo que si debe quedar claro es que, ninguno debe juzgar los motivos de otros. Este mandamiento de Cristo no prohíbe la disciplina en la iglesia, nos dice que examinemos la evidencia y tratemos el pecado de forma decisiva, Cristo nos da el derecho de ayudar a otros solamente después que nosotros mismos hallamos enderezado nuestras propias vidas. Jesús no dijo que estaba mal ayudar a nuestro hermano a librarse de sus pecados, sino que dijo que debemos primero resolver nuestros propios conflictos. En otras palabras, debemos ser con nosotros mismos tan severos como lo somos con otros. Cristo destaca dos peligros en el cristiano que “juzga” a otros. (1) Que el juicio retornará a ellos. (2) Con el tiempo necesitaran ayuda ellos mismos. El mirar de forma constante las faltas en otros hace que se nuble nuestra visión con respecto a nuestras propias faltas.

PUBLICADO POR; ENRIQUE BOTELLO APOYADO POR TABERNACULO DE ALAVANZA
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