De donde nos visitan

viernes, 20 de julio de 2012

¡Rueda!


En Ezequiel 10, el profeta nos describe una visión divina. Dice que debajo de cuatro querubines, había cuatro ruedas, y que a estas ruedas se les gritaba: ¡Rueda!
El profeta está viendo una visión. Está viendo los querubines, y él ve que toda la obra de Dios es una rueda dentro de otra. Y cuando se les grita: ¡Rueda! Una se mueve, y las demás se acomodaban, unas para un lado, y otras para otro.
Las circunstancias no son otra cosa que el círculo de situaciones que te rodea. Lo que nosotros no logramos ver es cómo esa rueda de circunstancias va a funcionar para nuestro bien, porque no somos capaces de ver una rueda dentro de otra rueda.
En el libro de Habacuc, el profeta lo que estaba viendo era a los babilonios, y a los caldeos, oprimiendo al pueblo de Israel, pero Dios le estaba diciendo en otras palabras que él estaba moviendo una rueda dentro de otra rueda. Cuando esa gente se moviera, el plan de Dios se movería.
Cuando te despidieron de tu trabajo, se activó una rueda. Lo que pasa es que tú estás mirando la rueda de las circunstancias, y no estás mirando la rueda de lo que Dios está haciendo en tu vida en medio de esa rueda de circunstancias.
Que rueden los problemas, que rueden las dificultades, que ruede lo que tenga que rodar, porque mientras rueda, Dios se encarga de hacer una obra dentro de la obra. Eso es lo que tenemos que ver.
Pídele al Señor que te muestre la rueda dentro de la rueda, que te muestre lo que él está haciendo.
Dice la palabra que mientras más oprimían al pueblo de Israel, más se multiplicaban. El pueblo debía haberse fijado en la multiplicación, y no en la opresión. Si el pueblo de Israel llegó a ser más, pudo haber derrotado a Egipto. Pero Dios los tuvo que sacar.
Dios no necesariamente multiplicó al pueblo de Israel para sacarlos de allí, sino para que se quedaran con Egipto. Lo que pasa es que el pueblo de Israel nunca vio la rueda dentro de la rueda.
El pueblo de Israel debió haber visto lo que vio Egipto. Los egipcios se dieron cuenta de que el pueblo de Israel se estaba multiplicando, y temían que se rebelaran contra ellos. Y eso es lo que Dios quería: una rueda dentro de otra rueda.
No tengas miedo a que la rueda ruede. Pídele al Señor que te deje ver lo que él está haciendo dentro de la rueda.
Cuando tenías mucho, no sabías administrar. En medio de la crisis económica has aprendido a estirar el dinero. Y como en lo poco eres fiel, Dios te va a poner en lo mucho. No lo veas como que Dios te está oprimiendo, velo como que Dios te está enseñando a administrar correctamente. No es más que una preparación para las cosas que Dios te va a dar.
Si pierdes el trabajo, grítale a esa rueda: ¡Rueda! Si se pierde la casa… ¡Rueda! Si te dejan… ¡Rueda! Porque dentro de esas circunstancias hay algo que Dios está haciendo, y tú fe te va a mostrar que en medio de la opresión Dios está levantando a un pueblo fuerte.
Lo que Dios está haciendo es más grande. 
Tomado de la pág. Otoniel Font.com
Publicó: Enrique Botello. Expandiendo La Palabra   מריחה את המילה                  Recuerda Jesucristo te ama. Y nosotros también.

miércoles, 18 de julio de 2012

¿Dónde Está tu Tesoro?


El enemigo quiso cambiar la identidad del pueblo de Israel como hijos de Dios. Dios tiene que levantar a Ciro, quien cumple la profecía que se había dado de que el pueblo de Israel estaría esclavizado en Babilonia por setenta años, y de que Dios tornaría aquello.
Cuando miramos la historia de la cautividad babilónica, más que una cautividad física, era una cautividad mental, era una cautividad de pensamiento, era una crisis de identidad.
A Daniel quisieron cambiarle el nombre, quisieron que hablara otro lenguaje, querían que comiera otra comida; porque si le cambias el nombre, el lenguaje, y la comida a una persona, la cambiaste para siempre.
Nabucodonosor escogió los príncipes, los más inteligentes, y los castró, para que no se reprodujeran. Les cambió el nombre, les cambió el lenguaje, y les cambió la comida. Daniel no permitió eso. Otros cedieron a la cultura, cedieron a la moda, y quisieron vivir más fácil, pero a Daniel no le importó que lo tiraran al foso de los leones; él sabía que de ahí Dios lo iba a sacar, y que el sueño que Dios había depositado en él no iba a morir.
De la misma manera que Daniel no moriría en el foso de los leones, la quiebra no acaba contigo, el divorcio no acaba contigo, ese problema no acaba contigo.
Ciro dio la orden de que el templo se reconstruyera, porque lo primero que hizo Nabucodonosor para esclavizar al pueblo judío en Babilonia fue quitarles el deseo y la razón por la cual caminar hacia Jerusalén.
Lo primero que hizo Nabucodonosor fue sacar el tesoro, y dice la palabra que donde está tu tesoro está tu corazón. Nabucodonosor saca el tesoro, se lo lleva, y lo pone en Babilonia. Ahora no había razón por la cual peregrinar hacia Jerusalén, porque en la mente de ellos no había nada valioso allí, porque lo tenía ahora Nabucodonosor. Así que ahora no había deseo de peregrinar, de caminar, de ir a Jerusalén a adorar a Dios.
Cada vez que el pueblo iba a Jerusalén, iba para una fiesta. En aquellos tiempos no era un martirio dar una ofrenda, no era un martirio vestirse y caminar para ir a la iglesia. Y en el camino hacia Jerusalén, el pueblo recordaba lo que Dios había hecho cuando los sacó de Egipto, por ejemplo. Ese peregrinaje es el que hacía al pueblo soñar, y fue eliminado, por lo que el pueblo perdió la razón por la cual viajar a celebrar a Dios.
Lo mismo pasa hoy día. Para algunos es un martirio ir a la iglesia; vestirse, salir, el servicio es muy largo, el recogido de la ofrenda, todo se les hace pesado.
Cuando el enemigo nos logra quitar ese deseo de ir a la casa de Dios, comenzamos a dejar de soñar, y comenzamos a tener ideas erróneas, pensamientos incorrectos, que en vez de llevarnos al destino que Dios tiene para nuestras vidas, lo que hacen es detenernos en nuestro caminar, y detienen nuestro potencial.
Nada ni nadie debe hacer que tú dejes de caminar hacia la casa de Dios, porque es en ese camino que tú sueñas.
Nunca permitas que el mundo decida dónde está tu tesoro. Si el mundo ha movido tu tesoro al lugar incorrecto, Dios va a traer a un Ciro que va a decir: Devuélvanle todo lo que le pertenece, y pónganlo en la casa de Dios, para que comience el peregrinaje una vez más.
Nunca dejes de hacer el viaje a una fiesta. La fiesta no es tanto lo que importa, sino el viaje para la fiesta, porque es el viaje, el recorrido, el que te hace elevarte a un nuevo nivel. No dejes de caminar hacia el lugar de tu encuentro con Dios. Cada vez que vayas a la casa de Dios, míralo con fe, y tu boca se va a llenar de risa, tu lengua de alegría, tu vida será diferente, porque habrás salido de la cautividad.
Y cuando más frustrado estés, camina con tu familia hacia la casa de Dios, y vayan contando las cosas grandes que Dios ha hecho con ustedes para que puedan volver a soñar, sabiendo que el que lo hizo ayer, lo volverá a hacer. Tomado de la página de  Otoniel Font.com
Publicó: Enrique Botello. Expandiendo La Palabra   מריחה את המילה                  Recuerda Jesucristo te ama. Y nosotros también.